La violencia es el miedo a los ideales de los demás. Karamchand Gandhi

sábado, 22 de septiembre de 2012

Respeto por la Diferencia


La intimidación escolar, comúnmente llamada matoneo, está alcanzando niveles preocupantes: se estima que uno de cada cinco escolares ha sido víctima de este fenómeno en el país. La situación obligó al Ministerio de Educación a enviar al Congreso, a finales de marzo, un proyecto de ley para prevenirlo.
Esta revisión de políticas, dice la psicóloga y psicoterapeuta María Carolina Sánchez Thorin, representa un parámetro decisivo en el bienestar de niños y adolescentes, cuyos procesos de socialización y estabilidad emocional dependen de dichas iniciativas.
Lo más preocupante, dice Sánchez Thorin, es que los adultos muchas veces ignoran el drama detrás del matoneo y lo interpretan como simples "peleas de niños". Los más afectados, señalan los expertos, suelen ser los niños y jóvenes con pocas habilidades sociales (en ocasiones deportivas), que tienen afición por el estudio o características físicas particulares.
Desafortunadamente, continúa la especialista, se tiende a avalar y elogiar el carácter duro, fuerte, competitivo y de liderazgo del agresor, mientras que se siente lástima por el niño matoneado. "En la mayoría de casos, las remisiones a salud mental son de la víctima y no del victimario", sostiene Sánchez Thorin.
Detecte si su hijo es víctima
Algunos síntomas permiten descubrirlo a tiempo

1. Permanece solo y no tiene amigos.
2. Que no lo inviten a fiestas puede ser señal de que está siendo excluido.
3. Si aparece golpeado y no explica bien qué pasó o si pide plata permanentemente.
4. No quiere ir al colegio y la excusa es que está enfermo.
5. Baja su rendimiento académico.
6. Se le ve muy triste y ansioso.
Consejos para padres y profesores
Promueva la empatía
Es importante en señarles a los niños a ponerse en los zapatos del otro. Preguntas como ¿has estado en una situación así?, ¿cómo la viviste? o ¿cómo te sentirías si fueras el único al que no invitaran a la fiesta? los concientizan de que no está bien hacer daño.
Ni autoritarismo ni permisivismo
Hay padres autoritarios, que maltratan a sus hijos o a sus parejas, con lo que envían el mensaje de que está bien agredir. Otros no ponen límites y, si sus hijos tratan mal a alguien, no les importa. Los padres deben poner normas y, con respeto, hacerlas cumplir.
Fomente el compromiso
Además de que la víctima trate de frenar la agresión por su cuenta y sin violencia, es indispensable que los compañeros intervengan y reprochen la situación tan pronto comience. Los niños populares son aliados para prevenirlo y frenarlo e integrar al agredido.
Asegúrese de la inclusión
Es indispensable que ningún niño sea excluido de los grupos sociales o deportivos que se arman en los colegios. Los adultos, en general, deben prestarles atención a aquellos que puedan estar siendo apartados, de manera que sean integrados con los demás.
Fije reglas y haga que se cumplan
Al comienzo del año escolar, debe quedar claro que no se puede tratar mal a nadie. Cuando ocurra, hay que hablar de forma individual con los agresores para convencerlos de que no está bien agredir. Hay que promover la tolerancia a la diferencia.
Recalque las habilidades

No siempre se es bueno en todo. Es clave destacar las cualidades de los niños en distintas actividades, no solo en una. El mensaje que esto les envía es que todos tenemos diversas capacidades y algunas cosas se nos facilitan, y en otras nos toca esforzarnos.
Colegios deben diseñar protocolos
Los planteles educativos deben crear protocolos para enfrentar la intimidación, partiendo de una filosofía institucional basada en el buen trato. Es importante crear canales de comunicación entre padres y profesores, y realizar encuestas para dimensionar el fenómeno.
Desarrolle el criterio del niño
Un niño que es capaz de tomar sus propias decisiones y que, desde pequeño, desarrolla la capacidad de hacer lo que le gusta y considera adecuado, apartándose de lo negativo, tiene menos riesgo de agredir a los demás o de ser complaciente con ello.
Defenderse sin agredir
Es posible que el niño agredido empiece a usar la violencia contra quienes lo atacan, para defenderse. Si la defensa no le funciona, puede que el ataque contra él se haga más fuerte. Enséñele a exigir que lo respeten pero sin defenderse con las armas del agresor.
Asesoría: Enrique Chaux, investigador y docente de la U. de los Andes y experto en violencia escolar, y María Carolina Sánchez Thorin, psicóloga y psicoterapeuta.
Ley contra la violencia escolar
El proyecto de ley que radicó en el Congreso la ministra de Educación, María Fernanda Campo, busca la prevención, orientación y rehabilitación de los niños víctimas de la violencia, especialmente del matoneo, más que la represión o el castigo.
La iniciativa crea comités de convivencia en los colegios y plantea la reformulación de los manuales, en los que, a través del trabajo conjunto entre institución y padres, se establezcan derechos y deberes de la comunidad educativa.
Desarrollar competencias ciudadanas será el objetivo principal.

Silencio Principal Cómplice


El silencio cómplice de la comunidad escolar, incluidos los profesores, y la familia agrava el matoneo, afirma el psiquiatra chileno Sergio Canals en su nuevo libro Si todo es bullying, nada es bullying.
"Si un alumno acusa, se revela a él mismo como acusador, revela al acosador, a todo el curso que sabía, al colegio que hizo la vista gorda. Para qué decir los profesores: si hay matoneo (bullying), los profesores lo saben", afirma.




¿Por qué los profesores no hacen nada?
Porque saben que no encontrarán apoyo institucional, una respuesta de parte del colegio. Un profesor que hace una denuncia puede dañar la imagen del colegio en el que trabaja, y poner en peligro su fuente de trabajo. En ese sentido, él mismo puede tratar de arreglar el problema en menor escala. Puede quedar en una posición compleja. Hay que romper con lo que llamamos 'silencio cómplice' porque están todos involucrados, desde el portero hasta la dirección del colegio y la familia.
¿Está de acuerdo con la expulsión de los agresores?
A mí no me gusta echar al niño acosador, porque si se busca el trastorno que sufre y que está perjudicando su desarrollo, y se trata, se le debe permitir seguir. Además, ese niño puede llegar a un colegio más riesgoso, y juntarse con otros más violentos.
¿Qué pasa con el agredido?
Queda desarraigado de su mundo, el mundo que él pensaba era amable, feliz, cariñoso, se vuelve ajeno, desconocido, agresivo. Se socava, entonces, su sentido de seguridad, confianza y esperanza en él mismo y en los demás. Pierde libertad para desarrollar su propio mundo y todas sus capacidades.
¿Cómo se reconocen?
Son niños sensibles, callados, inseguros y tienen una baja autoestima. El que sufre de matoneo siempre tiene un problema, por muy pequeño que sea: Por ejemplo, son demasiado maduros y no tienen los mismos intereses de otros de su edad, lo que los hace extraños frente a sus pares.
Los niños con déficit de atención muchas veces hacen matoneo porque son impulsivos, pero también pueden ser víctimas, porque molestan a los demás y la respuesta sobre ellos puede llegar a ser violenta y sistemática. También los alumnos nuevos están en riesgo. Por esta razón, no es bueno de por sí cambiar a un niño de colegio.
¿Cómo se puede prevenir?
Los profesores deberían tener identificados a quienes tienen riesgo de ser agredidos. Hay que trabajar con ellos, con los más tímidos. Por otro lado, tienen que focalizar a los niños agresivos y enfocarse con ellos en el control de la impulsividad, en su capacidad de ponerse en el lugar del otro, de sentir lo que el otro siente, para prevenir.
¿Cuándo hay que sacar a un hijo del colegio?
Cuando el niño dice que ya no soporta más. Él sabe, hay que escucharlo. Si se quiere ir, yo recomiendo que lo saquen, pero antes hay que evaluarlo porque puede tener un problema que no ha sido detectado y volver a sufrir matoneo en el otro colegio. Ahí existe otro problema: quien lo ha sufrido tiene más probabilidades de sufrirlo otra vez.
¿Cuándo deberían comenzar con los programas de prevención?

Desde el jardín infantil hasta noveno grado. El problema, para mí, es que la mayoría de los programas que se instauran en los colegios están centrados en la educación emocional y social, y dejan de lado la educación ética y moral, que es la que finalmente les enseña lo que es bueno y lo que es malo, los valores. Hoy se sabe que desde el primer año de vida comienzan a formar su mundo ético y moral. Cuando al niño se le dice "no le hagas daño" o "no hagas lo que no te gustaría que te hicieran", se le está educando y favoreciendo el desarrollo cognitivo moral de la voluntad y el control de sus comportamientos.
El perfil de los agresores
Los acosadores son niños con una fuerte necesidad de poder, de dominar a sus compañeros y salirse con la suya. Sienten cierta hostilidad hacia su entorno, buscan prestigio a través de la agresión, no tienen solidaridad frente a los victimizados, son desafiantes, agresivos frente a los padres, profesores y adultos; son más fuertes que los de su edad y, a veces realizan actos antisociales. Para Canals, a la luz de su experiencia clínica, para que asuman el papel de agresores "siempre se necesita una perturbación en su desarrollo cognitivo-afectivo-amoroso, en su desarrollo familiar-social y en su desarrollo moral que, además, tiene un sustrato biológico".
Programas preventivos
Canales asegura que el principal factor de riesgo es no tener un programa de prevención. Pero este debe ser parte de uno general contra la violencia, y contar con la participación completa de la comunidad escolar: educadores, alumnos y apoderados a la vez. Para poder realizar un plan preventivo, lo primero es reconocer el problema, romper el 'silencio cómplice', y darle un sentido de urgencia a la solución. Debería ser como un sello de calidad de los colegios. Así, los padres podrían evaluar el colegio donde van a meter a sus hijos según la existencia de este plan.

Cifras de Matoneo en Colombia

Según Enrique Chaux, los estudios indican que en Colombia 1 de cada 5 estudiantes son víctimas del matoneo en todas sus formas y que este problema presenta unas cifras elevadas en las regiones caracterizadas por la presencia del conflicto armado.

“También tiene que ver con el rol de los padres, pues muchos no están pendientes de sus hijos, no ponen límites en su casa o maltratan a los menores, con lo cual pueden estar promoviendo que éstos traten mal a otros”, indica Chaux al hacer referencia a cualquier región del país.

Además, precisa este especialista del Harvard Graduate School of Education (Estados Unidos), que el fenómeno del bullying en Colombia mantiene un promedio cercano al de Latinoamérica, la región con los índices más elevados de abuso escolar en el mundo.

“Las cifras que manejamos en Colombia son más altas que los promedios mundiales, son relativamente cercanas a los promedios latinoamericanos, que a su vez son los más altos en comparación con las demás zonas del mundo”, concluye Enrique.





EN EL BACHILLERATO EL ABUSO ES MAYOR

En el más reciente estudio de la Universidad de los Andes, donde se evaluó la respuesta de cerca de 55 mil estudiantes en 589 municipios del país, en las Pruebas Saber de los grados quinto y noveno, se encontró que el 29% de los estudiantes de 5° y el 15% de 9° manifestaban haber sufrido algún tipo de agresión física o verbal de parte de algún compañero.

Esta disminución, según Chaux, no significa una baja en las cifras de abuso gracias el paso de los años escolares. En el bachillerato, explica, la agresión se focaliza e intensifica en unos estudiantes específicos, pero es practicada por la misma cantidad de victimarios que en la primaria.

Relata el investigador que en las instituciones públicas del país la intimidación es más personal, de frente al estudiante; mientras que en los colegios privados, donde más se presenta el fenómeno del bullying, las agresiones son más frecuentes a través de las redes sociales (cyberbullying o matoneo virtual).

Mauricio Cabrera, rector del colegio San Bonifacio de las Lanzas, de Ibagué, cuenta que en su institución se dio, por ejemplo, el caso de un estudiante de grado séptimo que publicó unos mensajes en Facebook a través del celular de uno de sus compañeros, en los que decía que éste último era homosexual. Mensajes que además promovían la intolerancia en contra de la víctima.

Respecto a la situación de su plantel, indica que de acuerdo a un mapa sobre intimidadores e intimidados, de los 600 estudiantes de grado transición a 11 en el San Bonifacio, apenas el 0,5 % hacen parte de la población intimidada. Es decir, que de cada 200 estudiantes uno ha sido agredido.

Matoneo Escolar En Colombia


El acoso escolar o bullying consiste en una conducta reiterada de maltrato psicológico, verbal o físico, de uno o varios menores hacia un compañero o compañera del colegio. Es llamado también matoneo porque el victimario busca dejar expuesta a su víctima física y emocionalmente, por eso los especialistas aconsejan identificar las señales que permiten identificar si un niño está siendo víctima del bullying.
“El matoneo escolar va mucho más allá de un juego de niños, es importante dejar de verlo como un acto propio de la edad que no significa gran cosa porque sus consecuencias son graves”, afirma Antonio Vallés, PhD. en Psicología de la Universidad de Alicante (España), quien asistió como invitado especial al Congreso Colombiano e Iberoamericano de Neuropsicología, celebrado en días pasados en la ciudad de Bogotá. Continúa diciendo que “en la víctima hay comportamientos de inhibición de la conducta como por ejemplo, no querer hablar del colegio, mantener actitudes emocionales de tristeza, desánimo e incluso de irritabilidad. Esto también puede redundar en aspectos fisiológicos como alteraciones del sueño, pesadillas, alteraciones de los hábitos alimenticios, e incluso el suicidio”.
En Colombia, según la encuesta hecha en 2005 con las pruebas Saber del ICFES, en cerca de un millón de estudiantes de los grados quinto y noveno de colegios públicos y privados, el 28% de los estudiantes de quinto dijo haber sido víctima de matoneo en los meses anteriores, el 21% confesó haberlo ejercido y el 51% haber sido testigo del mismo. En los grados novenos, las víctimas fueron casi el 14%, los victimarios el 19% y los testigos el 56%.
El acoso escolar no puede ser visto como un fenómeno transitorio ni subestimarse ya que se ha convertido en una situación preocupante en el país porque, tarde o temprano, afecta el sano desarrollo de niños, niñas y adolescentes. Padres y madres de familia, docentes y directivas escolares deben aunar esfuerzos para detectar esta problemática social y aplicar correctivos desde la psicología y la pedagogía.